Las encinas se asocian con hongos mocorrícicos que les proporcionan ciertas ventanas, entre otras, el desarrollo de sus raices, lo que favorece una mejor alimentación de la encina y aumenta su resistencia ala sequía y las bajas temperaturas; también le da cierto grado de protección frente a contaminantes como metale pesados.
Ignacio Santa Regina, investigador del IRNASA, está llevando un estudio entre plantas jóvenes de reforestación beneficiadas por esta simbiosis entre las raíces y el hongo, y plantas sin esta micorrización. Dicho experimento se está llevando a cabo en una hectárea de terreno en Salamanca (terreno poco propicio para el desarrollo de la trufa negra o tuber melanosporum, por lo que es suelo ha sido sometido a un encalado encalado para elevar su pH). De momento el experimento es satisfactorio ya que todas las plantadas que no han seguido adelante, son aquellas que no han sido micorrizadas.
Aunque los resultados a priori son buenos, conviene no echar las campanas al vuelo, y esperar hastal el 2019, año en que termina el convenio entre la diputación de Salamanca e Irnasa.
