¿Qué necesitamos? Algo tan sencillo y obvio como trufa negra fresca y aceite de oliva virgen extra de sabor suave.
Rallamos la trufa que posteriormente se mezclará con el aceite. A más trufa rallada, más sabor, esto queda a gusto del consumidor.
Una vez mezclado, se deja macerar (uno o dos días) para que el aceite se impregne de todo el aroma y sabor de la trufa y… ya está listo para consumir. ¿Fácil verdad?
Pues no, no todo es tan fácil, hay un pequeño inconveniente; la trufa al ser perecedera, pierde propiedades rápidamente, y además corre el riesgo de que quede contaminado con las bacterias que ella misma porta, por lo que desde Trufas del Señorío, te recomendamos un consumo rápido del aceite elaborado, y en la medida de lo posible, lo hagas en pequeñas cantidades.
Otra opción más práctica para evitar estos pequeños problemas de caducidad de la trufa, e igual de válida a nivel de aroma y sabor, es comprar aceite de oliva virgen extra con aroma a trufa, que aunque no muy conocidos, empiezan a emplearse de forma frecuente en la preparación de pastas, arroces, ensaladas…
