La inspiración llega cuando llega, pero la mayoría de las veces hay evocaciones que pueden acelerarla. Nuestras musas pueden llegar al oir una canción, un recuerdo… A Lord Byron le llegaba con el aroma a trufa blanca, de ahí que en su escritorio siempre escondiera este preciado hongo. Decía que el aroma de la trufa blanca le inspiraba. No nos extraña en absoluto.